La Madonna de Brujas de Miguel Ángel es el encargo del artista italiano que viajó más lejos de su lugar de creación.
Esta preciosa estatua de mármol blanco de Carrara acabada en 1506 se sitúa en la iglesia de Nuestra Señora, Onze-Lieve-Vrouwekerk, de Brujas, en Bélgica.
Una obra realizada en paralelo al David de Michelangelo
La fama del joven Miguel Ángel, de Florencia a Brujas
Escultura de la Virgen y el niño de Michelangelo
Composición de la Madonna de Brujas de Michelangelo
El gesto de la Virgen de Brujas de Miguel Ángel
El efecto táctil de la escultura en Michelangelo
El significado de la obra de Miguel Ángel
La influencia de Miguel Ángel en el Norte de Europa
La Madonna de Brujas de Miguel Ángel, viajera
Una obra realizada en paralelo al David de Michelangelo
Entre 1501 y 1504 Michelangelo Buonarroti materializaba el gigantesco David, hoy en la Galleria dell’Accademia de Florencia. Se trataba de la primera obra maestra del florentino para su ciudad natal.
El Tondo Taddei de Miguel Ángel en la Royal Academy
El Tondo Doni de Miguel Ángel en la Galleria degli Uffizi
La escultura non finita de San Mateo
Tras el éxito que le produjo a Miguel Ángel la presentación del David, las peticiones de obras del joven artista renacentista fueron constantes. La fascinante pintura del Tondo Doni de los Uffizi, el Tondo Pitti del Bargello, el Tondo Taddei de la Royal Academy de Londres o el inacabado San Mateo de la Academia de Florencia son ejemplos de estos encargos.
Las grandes familias de comerciantes de la capital toscana y los importantes gremios locales fueron los principales promotores del arte renacentista. También para Miguel Ángel Buonarroti.
La fama del joven Miguel Ángel, de Florencia a Brujas
La familia flamenca de los Mouscron, conocidos en Italia con el apellido italianizado de los Mascheroni, también quisieron un miguelángel. Los Moscheroni eran clientes de la banca florentina de Jacopo Galli, amigo y protector de Miguel Ángel. Este detalle hace posible que este cliente también hiciera de intermediario con el genio renacentista.
Los Mouscron contrataron entonces con el escultor una Virgen con el Niño, para colocarla en su capilla familiar de Brujas, su ciudad. El precio acordado fue de 50 florines. En 1506 estaba terminada esta pieza en mármol. Ese mismo año se embarcó por Livorno con destino al norte de Europa. En las cartas del artista y a un Giovanni Balducci se deduce que este traslado de hizo de manera casi secreta.
Este secretismo puede deberse a que Miguel Ángel todavía tenía que acabar algunos encargos previos. De saber sus clientes que había realizado una obra posterior quizá podría enfadar a sus comitentes.
En 1508 la Madonna de Brujas de Miguel Ángel, de 128 centímetros de altura, se situó en la capilla para la que fue concebida.
Escultura de la Virgen y el niño de Michelangelo
La Madonna de Brujas de Miguel Ángel Buonarroti es una clásica escultura de la Virgen con el Niño. En una sola pieza de mármol de Carrara presenta a la Virgen María sentada con su hijo Jesús en su regazo. El niño se resbala hacia el suelo, deslizándose cuidadosamente entre las piernas de su madre, mientras que la mano materna sujeta y protege al infante de la caída.
La otra mano de la Virgen sostiene un libro cerrado, como en las representaciones coetáneas del Tondo Pitti o del Tondo Doni.
La Piedad de Miguel Ángel en el Vaticano
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La escultura del David de Miguel Angel
Composición de la Madonna de Brujas de Michelangelo
La figura de la Madonna de Brujas de Miguel Ángel tiene un preminente carácter frontal, prácticamente hierática, especialmente en su parte superior. Esta solidez se rompe en el espacio que ocupa Jesucristo.
En el lado derecho del espectador la Virgen lo protege entre su regazo y la parte interior de la pierna, levantada por la colocación del pie en una altura superior del suelo. Jesús niño une las piernas en su caída controlada, mientras que la línea de los hombros gira al lado exterior, siguiendo el gesto de agarrar la mano de su madre. Esta torsión del cuerpo infantil ayuda a animar la composición tan cerrada del conjunto.
El movimiento de ropajes provocado por la acción del pequeño Jesús también aporta mucho dinamismo en la Madonna de Brujas de Miguel Ángel.
El gesto de la Virgen de Brujas de Miguel Ángel
La influencia de la Piedad de Vaticano de Michelangelo es más que evidente, no sólo con el enorme parecido del rostro de la Virgen. Las dos son unas imágenes de María y su hijo, en dos momentos de la vida de la Madre y Jesucristo, donde la trascendencia espiritual y dramática vive en el mármol.
El rostro está inmerso en una profunda melancolía, en un ensimismamiento y concentración que hacen que la madre esté ajena a su hijo. No interactúa con la mirada con el niño, parece que esté reflexionando acerca de su destino trágico. Por eso quizá Miguel Ángel Buonarroti dotó a las dos Vírgenes de un severo aplomo, alejado del naturalismo y la expresividad. Pero también lejos de la alegría maternal o de la tragedia del futuro sacrificio.
La perfección de las facciones enlaza a Michelangelo Buonarroti con el arte del Quattrocento, de sus maestros. La nariz recta, fina y alargada, junto al rostro afilado, recuerda la abstracción de las estatuas clásicas. Esas estatuas de dioses, que se separan de los hombres mortales por su capacidad de dominar los sentimientos.
La sobriedad del rostro de la Virgen se acentúa gracias a su simetría y quietud corporal. Y en el contraste con el cuerpo redondeado y vivo del Niño, ajeno a su final redentor.
El efecto táctil de la escultura en Michelangelo
La riqueza de los paños de la Madonna de Brujas de Miguel Ángel es fascinante. Como en la Piedad del Vaticano, la técnica escultórica de los acabados es fundamental, aunque, evidentemente, no se ha trabajado con tanto esmero. Con todo, el efecto traslúcido del mármol de Carrara es impresionante.
Está ese contraste entre la suavidad de las carnes y el movimiento complejo de los ropajes, llenos de detalles. El volumen del cuerpo de la Virgen tiene sentido bajo los paños, ajustados en la cintura, caídos en forma de velo que asoma bajo el manto de la cabeza.
De virtuosismo compositivo y técnico se puede definir el efecto de los paños estirados, tensos por la pisada inocente del niño. El manto ovillado de la cabeza tiene un espesor muy fino, dominando absolutamente el mármol. Un alfiler sobre el pecho crea unos pliegues que sirven para ascender hacia el cuello largo y perfecto de la Virgen. El sombreado generado por el tocado ayuda a enmarcar el rostro de la joven.
El significado de la obra de Miguel Ángel
Antes se indicaba el paralelismo entre la Piedad y la Madonna de Brujas de Michelangelo Buonarroti. Miguel Ángel concibe las dos esculturas del Renacimiento de manera similar.
Así, la Virgen se manifiesta como el sostén de Jesucristo, sólida, potente, monumental. Sobre su cuerpo cuida de su hijo, tanto en su apariencia infantil como la de un adulto. Tanto en el Nacimiento como en la Pasión.
No hay diálogo visual, sí hay relación con las manos, que se tocan. La Virgen dirige su mirada no hacia su hijo, sino hacia el fiel. Ella acepta el sacrificio generador del cristianismo, obedeciendo al destino divino al que ha sido encomendada.
Por otro lado, hay aspectos técnicos y compositivos de la obra que pueden explicarse por el lugar para el que había sido realizada la Madonna de Brujas de Miguel Ángel. El escultor y pintor italiano no conocía la ubicación, en la lejana Brugge. Por tanto, la frontalidad de la pieza y la mirada ligeramente hacia abajo de la Virgen encajaba perfectamente en la capilla de los Mouscron. No debía arriesgar con movimientos extraños en las figuras para que después desentonase en su posición.
Hay quien dice que la Virgen de Brujas podría acabar en el altar Piccolomini, que todavía estaba inacabado. Pero esta opción se ha rechazado en los últimos estudios sobre la obra y vida de Miguel Ángel Buonarroti.
La influencia de Miguel Ángel en el Norte de Europa
La Madonna de Michelangelo se exhibe en su capilla de Brujas desde 1508. Gracias a su situación en Flandes, el arte del Renacimiento de Miguel Ángel pudo ejercer una influencia directa en el norte de Europa. Así, el pintor y grabador Alberto Durero pudo admirar la estatua en 1521.
Su lejanía del centro creativo de Italia del Cinquecento hizo que los biógrafos de Miguel Ángel desconociesen como era la figura. Tanto Ascanio Condivi como Giorgio Vasari la describen como una obra de bronce.
Sin embargo, se cree que algunos pintores pudieron observar la pequeña obra, vistas las influencias en artistas del Renacimiento como Perugino o Rafael Sanzio.
La Madonna de Brujas de Miguel Ángel, viajera
Los ejércitos napoleónicos tenían la mala costumbre de adquirir las obras maestras de los territorios que ocupaban, llevándolas a París, capital del Imperio. Así sucedió con la renacentista Madona de Brujas, que se devolvió a su lugar original en 1815.
También los nazis retiraron la escultura de mármol en 1944, en la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. La expedición de los Monuments, Fine Arts and Archives, los Monuments Men de la película, encontraron la Virgen en una minería en Altaussee en Austria.
El último viaje de la Virgen de Brujas fue en 1952. Volvió a Florencia, al Museo Bargello, a una exposición temporal.
Cómo visitar la Madonna de Brujas de Miguel Ángel
La Virgen con el Niño de Michelangelo permanece en la iglesia de Santa María de Brujas, en la calle Mariastraat 38.
Los horarios de visita son de lunes a sábado de 9:30 a 17:00; los domingos sólo abren de 13:30 a 17:00. Los días de cierre son el 29 de mayo y el 25 de diciembre.
La entrada habitual es de 6 euros. La entrada reducida para ver la Madonna de Brujas de Miguel Ángel es de 5 euros para mayores de 65 años y los jóvenes de 18 a 25 años. Los niños pasan gratis al templo.
Desde 2016 la iglesia de Nuestra Señora de Brujas está en obras, por lo que se han reducido los precios de entrada a 3 euros.