Tener una obra del artista Miguel Ángel en el Museo del Prado sería un sueño. Para la propia pinacoteca, para las colecciones del mejor museo de España y para los visitantes.
Porque son muy pocos museos de Europa los que cuentan con piezas del genio del Renacimiento italiano.
Exposición Pasiones mitológicas en el Museo del Prado
Ahora, para la exposición “Pasiones mitológicas” se exhibe un cuadro que copia directamente una obra perdida de Michelangelo Buonarroti. Se trata de Venus y Cupido, una obra realizada hacia 1550-1570 por el artista flamenco Hendrick van den Broeck (1530-1597).
Esta obra que toma como referencia directa a Miguel Ángel se conserva en la colección del Museo Capodimonte de Nápoles. El óleo sobre tabla del creador flamenco, de 120 x 195 centímetros, ha sido escogido para ilustrar una de las salas de la nueva exposición del Museo del Prado.
En “Pasiones mitológicas”, que permanecerá abierta en la pinacoteca madrileña hasta el 4 de julio de 2021, hay un espacio dedicado a Venus y el desnudo femenino tumbado.
Venus y el desnudo femenino tumbado en el arte
En las representaciones clásicas del mundo grecorromano la Venus nunca se representaba de forma autónoma en las esculturas. En el Renacimiento italiano los artistas de Venecia alumbraron esta tipología pictórica que tanto éxito tuvo para la posteridad.
Giorgione con su Venus dormida de Dresde inició esta tipología dentro del desnudo. Tiziano continuaría a su maestro con sus múltiples Venus recostadas, una de las cuales, Venus recreándose en la música, del Museo del Prado, está en la exposición. Cómo no, Miguel Ángel, Velázquez, Goya, Manet o Picasso aportaron su propia visión del tema.
En su inicio las Venus se pintaban en paisajes bucólicos, acompañadas de ninfas u otros seres propios de la mitología. Su imbricación en un paisaje armónico hablaba de un equilibrio entre el arte y la naturaleza. Con el tiempo, las escenas se introdujeron en espacios interiores.
Otro de los aspectos que tienen estas Venus desnudas recostadas está en su evidente carga erótica. Normalmente, estos cuadros permanecían en las estancias privadas de sus propietarios.
Venus y Cupido a partir de un dibujo de Miguel Ángel
El cuadro inspirado en el de Miguel Ángel que ahora se exhibe en el Museo del Prado tiene su origen en un dibujo de un cartón. El pintor manierista Pontormo, tomando ese fantástico diseño, crearía la pintura que hoy se conserva en la Galleria dell’Accademia de Florencia.
El documento conocido como Anónimo Magliebechiano (1537-1542) habla de un cartón de Michelangelo Buonarroti con el tema de Venus y Cupido. También cita la realización de la pintura a partir de este dibujo por parte de Pontormo, pintor manierista.
Según muchos estudiosos, el dibujo tuvo que ejecutarse entre 1532 y 1533 en Florencia. Por su parte, la pintura debería encuadrarse en 1533, antes de que Miguel Ángel se trasladase a Roma. Con todo, el cartón original de Michelangelo está hoy perdido.
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Esta obra de Venus y Cupido o Venus y Amor, donde al diseño de Miguel Ángel se suma la pincelada de Pontormo, tiene más versiones. Hay una réplica en Kensington Palace; en Ginebra, atribuida a Michele Torsini; y en Hildesheim. El biógrafo de Miguel Ángel, Vasari, hizo tres copias para Ottaviano de Medici.
Cómo no, también existe la versión realizada por Hendrik van der Broeck, conservada en el Museo di Capodimonte de Napoli, juntamente con un cartón anónimo que copia el dibujo de Michelangelo. Las dimensiones coinciden con el cuadro de Pontormo, que toma el dibujo del artista renacentista Miguel Ángel.
Explicación de la Venus y Cupido de Michelangelo en el Museo del Prado
El cuadro inspirado por el de Miguel Ángel en el Museo del Prado responde al neoplatonismo del artista florentino. El genio era también poeta y en uno de sus sonetos escribió sobre los dos tipos contrapuestos de amor. Así dice: «Uno tira hacia el cielo, el otro hacia la tierra tira; uno en el alma habita, el otro en los sentidos».
En su cuadro, Venus encarna el amor divino. Cupido representa al amor terrenal y sensual. Los dos luchan por dominar las flechas que provocan el deseo. Pese a esta pequeña batalla entre ambos tipos de amor, existe un control por parte de Venus.
El amor divino, como seguramente quería Miguel Ángel Buonarroti, gana la batalla.