Miguel Ángel en Florencia a comienzos de siglo XVI
El Tondo Taddei de Miguel Ángel, esculpido en mármol hacia 1503-1504, pertenece a su producción de comienzos de siglo XVI en Florencia. Después de un primer periplo romano en el que había destacado con la escultura mitológica del Baco y la piadosa Piedad del Vaticano, Michelangelo tornaba a su ciudad natal como un gran escultor.
Mientras hacía la gigantesca estatua del David para la Ópera del Duomo, el joven artista recibía múltiples encargos de las grandes familias florentinas, mecenas de las artes. La alta burguesía de Florencia era una gran conocedora del arte y gustaba de tener en sus fabulosos palacios renacentistas piezas de ruinas clásicas y de autores contemporáneos.
Las Madonnas de Miguel Ángel en Florencia
Las imágenes circulares, medallones o tondos con la Virgen y el Niño eran muy populares en los hogares más respetables de Florencia desde la segunda mitad del siglo XV. Pintores como Sandro Botticelli habían cultivado este tema religioso, destinado a objeto devocional en las estancias privadas. Muchas veces estos tondos religiosos se regalaban en las bodas, como un altar común para los rezos del nuevo matrimonio. Así sucedía con el Tondo Doni de Michelangelo, que celebraba la unión marital de una poderosa familia de Florencia. Son piezas más grandes de lo que parecen en fotos. Este Tondo Taddei de Miguel Ángel, por ejemplo, mide 117,5 centímetros de diámetro.
En la primera década de 1500 Miguel Ángel realizó tres imágenes de la Madonna con el Niño en formato de tondo. A la citada Sagrada Familia del Tondo Doni en la Galleria degli Uffizi se le suman el Tondo Pitti del Museo Bargello de Florencia y el Tondo Taddei. Si bien la primera de las obras mencionadas es una pintura, las restantes son esculturas. Algo que era muy infrecuente, ya que la mayoría de estas piezas se creaban en pintura sobre tabla.
El Tondo renacentista y la composición artística
El medallón o Tondo planteaba muchos problemas en la composición. Había que concentrar en un mismo espacio un mínimo de dos figuras, la Virgen y el Niño. A veces había que incluir a otros personajes: San Juan Bautista, San José, ángeles, lo que añadía dificultad a la hora de colocar de forma equilibrada a todos los protagonistas y secundarios en la obra de arte.
Además, en el caso de la escultura, era todo un reto crear estructuras tridimensionales, con espacios y aire entre figuras, con un fondo creíble. El bloque de mármol era limitado y cualquier cincelada en falso podía arruinar el relieve escultórico. Los pintores lo tenían más fácil a la hora de elaborar un espacio que contuviese las figuras y corregir los errores.
Sin embargo, para Miguel Ángel Buonarroti el medallón escultórico era una excelente oportunidad para demostrar su excelencia en la técnica, su originalidad en la composición y su virtuosismo con la ejecución plástica.
El Tondo Taddei de Miguel Ángel: la Virgen con el Niño y San Juan
Los tres tondos de Michelangelo Buonarroti presentan a las mismas figuras al espectador: la Virgen, el Niño Jesús y San Juan Bautista, este último el santo patrón de Florencia. La pintura del Tondo Doni añade a San José, creando la iconografía de la Sagrada Familia, junto con unos misteriosos personajes desnudos en el fondo.
En el caso del Tondo Taddei la Virgen María aparece sentada ante nuestros ojos, desplegándose su cuerpo en los dos tercios del medallón. El otro tercio lo ocupa la figura de San Juan Bautista, a quien la Madre de Jesús tiende su mano hacia sus manitas al final de los brazos extendidos. El Niño se asusta del contenido de las manos de San Juan Bautista y busca el regazo de su madre para protegerse.
Las figuras ocupan perfectamente el espacio del tondo y se relacionan entre sí tocándose, pero también con las miradas y la diagonal del Niño que va desde el cuerpo de San Juan hasta el de la Virgen María. Esta naturalidad que combina estatismo y movimiento sería influencia de los trabajos artísticos de Leonardo da Vinci.
Esta escena aparentemente familiar esconde una iconografía relativa a la Pasión de Cristo: San Juan porta en sus manos un pájaro, aparentemente un jilguero. En esa época esta ave se consideraba un símbolo de la Pasión de Cristo, porque se creía que comía espinas.
La técnica escultórica del Tondo Taddei y el non finito
Los cinceles de Miguel Ángel sacaron del bloque de mármol sacaron esta preciosa composición de figuras. Están prácticamente acabadas las de la Virgen y el Niño, aunque quedan detalles esbozados, como la mano izquierda de Jesús, la derecha de la Virgen y el pie del Niño. También faltaría por rematar los cabellos del pequeño. Al otro lado, el Bautista se asoma desde el fondo del mármol. Los volúmenes de su anatomía están bien definidos con una cuerda que sostiene el plato del bautismo; pero no así su cara, manos o pies.
La espacialidad se consigue gracias a efectos como el cuerpo de la Virgen, que no termina de verse frontalmente, ya que su hombro derecho está más profundo que el izquierdo. Desde ese fondo sale su brazo, todavía por esbozar, hacia las manos del Bautista, que cruza los brazos en un gran efecto. Por último, el Niño Jesús y sus formas redondeadas y movimiento, dan vuelo a la túnica de su madre, que subraya su volumen y aumenta la capacidad de profundidad del relieve.
La técnica del non finito de la escultura no quita un ápice de genialidad a este Tondo Taddei.
El Tondo Doni de Miguel Ángel en la Galleria degli Uffizi
Obras de Miguel Ángel en museos fuera de Italia
Todas las obras de escultura de Miguel Ángel: proceso creativo
El Tondo Taddei en la Royal Academy de Londres
El Tondo Taddei formó parte de la colección de la Taddeo Taddei y su familia. El comerciante era un gran amante del arte y contemporáneamente compró un cuadro de Rafael.
A pesar de que se trata de un relieve escultórico inacabado, esta pieza servía para satisfacer el gusto artístico de los Taddei. La obra fue admirada por muchos, incluido Raffaello Sanzio, que hizo un dibujo de él.
El prestigio de Miguel Ángel crecía a lo largo del siglo y pocos podían presumir de tener una obra del artista florentino en su casa.
Desde 1830 la obra se conserva en la Royal Academy de Londres, siendo la pieza clave de la colección. En 1823 Sir George Beaumont había adquirido esta escultura de Michelangelo Buonarroti en Roma y la cedió a la institución londinense a su muerte.