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El arte de Miguel Ángel Buonarroti

La Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel en la Capilla Paulina

La Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel de la Capilla Paulina de Roma fue realizada por el maestro renacentista entre 1545 y 1550. Se encuentra en la mencionada capilla vaticana y es el último fresco pintado por Michelangelo Buonarroti.

Las dimensiones de la pintura al fresco de la Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel tiene unas dimensiones de 6’25 metros por 6’62.

Forma pareja con la Conversión de San Pablo, también de Michelangelo, situado en la pared de enfrente.

En 2009 se restauró, recuperando su delicada policromía.

Crucifixión de San Pedro Miguel Ángel Capilla Paulina
Miguel Ángel, Crucifixión de San Pedro

La Crucifixión de San Pedro en la tradición
La Crucifixión de San Pedro en el arte
La composición de la Crucifixión de San Pedro de Michelangelo
El movimiento de la escena de La crucifixión de San Pedro
La monumentalidad anatomía de San Pedro
La luz de la escena del martirio en Michelangelo
El color de la pintura al fresco de Michelangelo de Miguel Ángel
La renovación de la iconografía de San Pedro, una explicación
Significado de la Crucifixión de San Pedro de la Capilla Paulina

Capilla Paulina Vaticano Crucifixión de San Pedro Miguel Ángel
Michelangelo Buonarroit, Capilla Paulina con la Crucifixión de San Pedro
Di Sailko – Opera propria, CC BY 3.0

La Crucifixión de San Pedro en la tradición

El apóstol Pedro fue martirizado en Roma bajo el mandato del emperador Nerón. Sus verdugos lo crucificaron.

Según la tradición, San Pedro no se veía digno de morir en la cruz de la misma manera que Jesús, su maestro, por lo que pidió ser crucificado de forma inversa. Es por eso que siempre se representa en el momento del martirio en la cruz, pero boca abajo.

La Crucifixión de San Pedro en el arte

Siguiendo la tradición del martirio, así se concibió la iconografía de la crucifixión de San Pedro en el arte. Las fuentes están en los Evangelios apócrifos y la Leyenda dorada de Jacopo de la Vorágine.

San Pedro se presenta crucificado con la cabeza hacia abajo, frontal y en el centro de la escena, marcando la simetría. A cada lado, la multitud de soldados romanos y de fieles que observan el acontecimiento. Muchas veces en el fondo se introducían dos elementos de la ciudad de Roma: la pirámide de Cayo Cestio y el obelisco de Nerón, junto al cual se creía que había tenido lugar el martirio de Pedro.

Esta representación planteaba un problema para los artistas: la cabeza del protagonista, San Pedro, quedaba en una línea más baja que la mayoría de los personajes de la escena. La posición, además, era indecorosa, ya que el fiel dirigía la vista de manera natural hacia los pies del santo y no a su rostro.

Crucifixión de San Pedro de Filippino Lippi Capilla Brancacci Florencia
Filippino Lippi. Detalle de la Capilla Brancacci con la Crucifixión de San Pedro

También había otro problema: que la parte superior solía aparecer vacía, ya que los artistas tenían que concentrar el peso compositivo en la parte inferior, para que no se centrase la visión en los pies.

Miguel Ángel Buonarroti, en la Crucifixión de San Pedro de la Capilla Paulina, renovó totalmente esta rígida iconografía del mundo del arte.

La composición de la Crucifixión de San Pedro de Michelangelo

Michelangelo Buonarroti pinta en el fresco de la Capilla Paulina la escena del martirio de San Pedro en el proceso de elevar la cruz. Esta idea la toma sin duda de Filippino Lippi, que completó el ciclo de la vida de San Pedro de la Capilla Brancacci de Florencia en 1485, iniciado medio siglo antes por Masolino y Masaccio. El artista del Quattrocento florentino, vinculado al Humanismo, naturaliza la escena, mostrando por vez primera a los verdugos colocando la cruz. Aunque no se había atrevido a romper la rígida simetría del instrumento de tortura.

En la Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel, el arista italiano sí lo hace. El centro de la composición está dominada por la cruz donde se martiriza al primer pontífice de la Iglesia. Pero no está en la posición simétrica y ortogonal, clásica hasta el momento. Tanto el instrumento del martirio como el santo están en un atrevido escorzo que forma una diagonal principal y otra secundaria.

Los verdugos están subiendo la cruz para clavarla en el suelo, en un agujero que se está abriendo en la tierra. La fuerza la ejercen detrás del madero, para subirlo. En la parte de la izquierda, los soldados observan el cumplimiento del castigo.

A la derecha del espectador, hay un grupo de personajes humildes, probablemente seguidores, que atienden la escena entre la resignación y el dolor. Sobre San Pedro, otro grupo de contempladores atiende a la tragedia.

El tercio superior del fresco de la Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel está dominado por el cielo.

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Detalle de la Crucifixión de San Pedro de Michelangelo
Di Sailko – Opera propria, CC BY 3.0

El movimiento de la escena de La crucifixión de San Pedro

A primera vista, la composición con tantas figuras en grupos independientes podría parecer desordenada. Sin embargo, hay un movimiento interno de la pintura que se organiza a partir de la figura capital de San Pedro.

La línea de la cruz nos lleva en diagonal hacia abajo hasta un grupo de soldados de espaldas. De ahí se asciende al conjunto de soldados que llega con sus caballos y que señala la escena central, con su dedo. Pasamos por otro personaje que agarra el madero corto de la cruz con su mano derecha, marcando una línea hacia San Pedro. Otro hombre sobre el mártir señala el gran cuerpo del primer papa, lo mismo que el personaje central del grupo superior.

El grupo de la derecha está desordenado respecto al resto de escenas. Son los efectos del espanto y la resignación del martirio, el dolor que atraviesa a los espectadores y fieles. Desde el grupo superior se marca una vertical que llega a la gigantesca figura de abajo y de ahí se abre una pequeña diagonal hacia las mujeres del primer plano.

Finalmente, volvemos a llegar al centro: al martirio de San Pedro.

Crucifixión de San Pedro Michelangelo detalle pintura al fresco Vaticano Roma
Parte central de la Crucifixión de San Pedro de Michelangelo
Di Sailko – Opera propria, CC BY 3.0

La monumentalidad anatomía de San Pedro

San Pedro es el protagonista absoluto de esta pintura al fresco de Michelangelo Buonarroti. Se trata de un atleta musculoso y lleno de fuerza. Con su vigor se sobrepone al martirio, no es el sujeto pasivo de un castigo. Con su movimiento se dirige al espectador, se coloca para señalarnos con su mirada, desde un rostro de enorme viveza.

Aunque no tenga sentido a nivel perspectivo, el San Pedro de Miguel Ángel es mucho más grande que las figuras que le rodean, incluso en el plano más cercano al espectador. Estas enormes dimensiones, junto con su movimiento, crean un vacío a su alrededor, lo llevan a un dramático primer plano protagonista.

Por tanto, Miguel Ángel rompe con la perspectiva renacentista para emocionar con su pintura al espectador.

La luz de la escena del martirio en Michelangelo

La luz que atraviesa la escena de la Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel procede de la parte alta de la cruz. Desciende por las piernas, marca el esfuerzo muscular de tórax y abdomen y acaba en la mirada admonitoria de San Pedro.

En el fresco, las luces recorren como un rayo circular la escena, desde Pedro y hacia Pedro. La luz en la Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel subraya cada gesto de los participantes en la escena del martirio. Se usa de forma dramática, casi teatral, mostrado al espectador qué papel tiene cada personaje. Así, la luz incide en el brazo del soldado que llega a caballo para señalar la cruz. También marca la suspensión del galope de los caballos. Y nos pone de manifiesto que hay fieles que desean rebelarse ante esta injusticia, mientras que sus acompañantes lo detienen, indicando con su dedo el cielo: el destino de Dios se está cumpliendo.

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Detalle de la Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel
Di Sailko – Opera propria, CC BY 3.0

El color de la pintura al fresco de Michelangelo

La paleta cromática de la Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel es similar al cuadro anterior de la Conversión de San Pablo de la Capilla Paulina.

El ocre amarillo y la tierra verde pintan el paisaje, junto al azul del cielo. Los colores de las escenas son armónicos, con importantes matices de las tierras naturales. Algún toque de azul y rojo da cierta viveza a la escena.

Hay que hablar de la figura bajo San Pedro, reclinada para abrir el agujero del suelo. Es una mancha de color rojo, que sirve como una columna para marcar el rostro del santo.

La renovación de la iconografía de San Pedro, una explicación

La Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel se realizó en 1545 y 1550. Estamos en los tiempos de la Contrarreforma de la Iglesia Católica. Por tanto, se están revisando todas las representaciones religiosas en el arte.

El propio Miguel Ángel está siendo criticado, porque obras en el Vaticano como el techo de la Capilla Sixtina, con sus imágenes profanas, son inconcebibles para la curia.

Michelangelo Buonarroti, como hiciera en la Conversión de San Pablo, tiene que ser canónico. Es decir, tiene que eliminar las leyendas y contenidos superfluos de la pintura y la iconografía tradicional del martirio de Pedro. De esta forma, su Crucifixión está en un escenario natural, sin referencias monumentales.

Miguel Ángel destaca el sufrimiento y la aceptación de la voluntad divina al escoger un santo vivo en el momento de su martirio. El santo está rodeado de gente. En un grupo superior, un hombre intenta protestar a los soldados, pero sus compañeros lo retienen, señalando el cielo: se cumple la voluntad de Dios.

En el otro lado, la gente sencilla, en contraposición a los soldados de Nerón del otro lado, desfilan ante el martirio. Son personas de toda apariencia, de todas las edades. Son los humildes que representan la primera Iglesia de Pedro, la fe y la aceptación de la palabra de Dios a pesar de que les lleve al martirio. Esta significación es la que propone Antonio Forcellino, ligándola a la pertenencia de Miguel Ángel al grupo de los Espirituales, con la mística Vittoria Colonna.

Michelangelo Buonarroti Crucifixión de San Pedro Vaticano Pintura Renacimiento
Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel, detalle
Di Sailko – Opera propria, CC BY 3.0

Significado de la Crucifixión de San Pedro de la Capilla Paulina

La Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel debió de suponer un golpe terrible para el arte, por su novedad. Pero también al a Iglesia, por su capacidad de convertir un martirio muy representado en una escena nueva, que años más tarde recogerá la Crucifixión de San Pedro de Caravaggio. Este cuadro barroco, pintado en 1601, se puede admirar en la iglesia de Santa María del Popolo en Roma.

Caravaggio Crucifixión de San Pedro Barroco pintura
Caravaggio, Crucifixión de San Pedro

Hay que recordar que esta obra estaba ubicada en el espacio donde se elegía el papa. Los cardenales podían observar cómo el primero de los pontífices los miraba directamente. No hay un Dios en las nubes, como en la Conversión de San Pablo. La divinidad está en el santo e increpa a quien lo mira, que es el próximo líder del catolicismo.

Además, San Pedro tiene en su cabeza una tonsura. La tonsura, según la Leyenda dorada, había comenzado con San Pedro. Sus enemigos en Antioquía le habían cortado el cabello de la parte superior de la cabeza, como desprecio a los primeros cristianos. El santo no sólo se ofendió, sino que escogió esta tonsura como pureza de vida, como renuncia a los bienes terrenales.

La tonsura, junto con el resto de las características enunciadas de la Crucifixión de San Pedro de Miguel Ángel, recordaba la necesidad de espiritualidad de los miembros de la Iglesia. Sobre todo aquellos que estaban destinados a liderar al catolicismo.