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El arte de Miguel Ángel Buonarroti

Biografía y vida de Miguel Ángel

La vida de Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) fue extraordinaria. Porque se trató de un hombre longevo dedicado al arte en muchas de sus manifestaciones.

Así, durante sus casi ochenta años, en la biografía de Michelangelo nos encontramos con obras maestras de la escultura, la pintura, la arquitectura y la literatura.

Retrato de Miguel Ángel Daniele da Volterra
Atribuido a Daniele da Volterra: Retrato de Miguel Ángel Buonarroti.
Metropolitan Museum of Art

Una familia vinculada a Florencia

La familia de Michelangelo Buonarroti estaba ligada a Florencia desde varios siglos antes.

Los Buonarroti formaban parte del patriciado florentino. Dos siglos antes del nacimiento de Miguel Ángel uno de sus antepasados, Simone di Buonarrota, se sentó en el Cosiglio dei Cento Savi. Este cargo representaba una de las mayores responsabilidades para un ciudadano de la época.

Como familia de cierto rango histórico, los Buonarroti tenían un escudo de armas y pagaban una capilla en la Basílica de Santa Croce de Florencia.

Sin embargo, en la época de Miguel Ángel la familia Buonarroti pasaba por un momento de penuria económica. De hecho, el padre estuvo a punto de perder sus privilegios de ciudadanía florentina debido a su falta de dinero. Para poder pagar sus rentas, Ludovico Buonarroti, padre del artista, trabajaba como podestá en Caprese, en la Toscana, cerca de Arezzo.

Caprese era una ciudad que pertenecía a Florencia, de escasa importancia en lo político. El trabajo de podestá era una suerte de funcionariado. Como podestá de Caprese el señor Ludovico Buonarroti podía mantener a su familia con decoro, a la espera de mejores destinos.

Dónde nació Michelangelo Buonarroti

Michelangelo Buonarroti nació en Caprese el 6 de marzo de 1475, mientras su padre ejercía de podestá de la localidad. El artista renacentista fue el segundo de cinco hermanos.

A los seis meses de vida, cuando cumplió con su cargo en Caprese, la familia regresó a Florencia. En el pueblo de Settignano, vecino a la ciudad del Arno, la dinastía Buonarroti tenía una granja.

La vida de Miguel Ángel cambió profundamente a los seis años de edad, ya que en 1481 se murió su madre.

La formación académica del niño Miguel Ángel

Michelangelo Buonarroti recibió una educación propia de una familia que pretendía entrar en la nobleza de Florencia.

El humanista Francesco Galatea de Urbino le impartió lecciones de Gramática. También aprendió latín y el amigo Francesco Granacci le animó a mejorar en el dibujo.

Lo habitual en estas familias patricias era que los varones cursaran la carrera escolástica o militar. Pero Michelangelo quería ser artista, lo que habitualmente era rechazado por las clases más aristocráticas, ya que se trataba de una profesión mecánica.

La vocación artística de Miguel Ángel

Desde la más tierna infancia Michelangelo pudo ver y admirar las canteras de la pietra serena que se vaciaban en torno a Settignano. Después, esta piedra conformaba los edificios más señeros de Florencia.

Cuando se había convertido en un artista famoso el propio Miguel Ángel contaba de sí mismo que venía de un pueblo de escultores. Y que sus amas de cría le proporcionaron “leche mezclado con polvo de mármol”. Así explicaba su tendencia al arte de la escultura.

La formación artística de Miguel Ángel con Ghirlandaio

El padre Ludovico Buonarroti acabó cediendo ante la voluntad del niño Michelangelo de ser un artista. Comenzaba el capítulo definitivo de la vida de Miguel Ángel.

En 1487, con tan sólo 12 años, Michelangelo entró como aprendiz en el taller de Domenico Ghirlandaio. Este artista era uno de los más reputados de Florencia en la época.

En las biografías de Miguel Ángel dictadas por el maestro en vida afirma que poco aprendió allí. Sin embargo, muchos de los aprendizajes en torno a Ghirlandaio los aplicó posteriormente. Especialmente en lo relativo a la técnica pictórica y el fresco.

Las primeras obras de Michelangelo Buonarroti

En el taller de Ghirlandaio encontramos las primeras obras de Miguel Ángel Buonarroti. Se conserva un dibujo de lápiz y sanguina de 1488-1490 en el que se copia el San Pedro pintado por Masaccio en la Capilla Brancacci. También hay quien ve la mano de un adolescente Michelangelo en los desnudos del Bautismo de Cristo de la Capella Tornabuoni de la iglesia de Santa María Novella.

No está clara la razón, pero antes de completar los primeros tres años de formación en la bottega de Ghirlandaio, Miguel Ángel se marchó a otro centro de enseñanza.

La vida de Miguel Ángel en el Jardín de los Medici

Los Medici eran la familia más poderosa de Florencia, también como promotores del arte. En su jardín platónico, entre estatuas clásicas e intelectuales neoplatónicos contemporáneos, había una academia para jóvenes artistas. Estaba dirigida por el viejo discípulo de Donatello, Bertoldo di Giovanni.

Michelangelo entró en 1488 en esta escuela gracias a que los Buonarroti estaban lejanamente emparentados con los Medici. Ludovico supo mover los hilos para que su hijo se rodease del arte de la corte de Lorenzo el Magnifico.

Aquí, con la élite de la intelectualidad italiana de la época, completó su formación humanística. Estudió los clásicos grecolatinos en los libros de Ovidio, Cicerón, Aristóteles, Virgilio…pero los leyó en italiano, ya que nunca llegó a dominar el latín. También descubrió las lecturas de Boccaccio, Dante y Petrarca. Gracias a estas lecturas se pudo codear con los más altos representantes del Humanismo el resto de su vida.

Hijo adoptivo de los Medici

El ascenso en el entorno de los Medici fue tal que hacia 1490 estos aristócratas acogen a Miguel Ángel como hijo adoptivo. Así tuvo más fácil asistir a los cenáculos con Poliziano, Pico della Mirandola y demás familia neoplatónica.

También se relacionó con los Medici coetáneos, como Piero, Giovanni, futuro papa León X y Giulio, futuro Clemente VII. Algunos de ellos fueron los comitentes de las décadas siguientes.

Miguel Ángel, además, completó sus primeras obras independientes en el jardín de los Medici, como el Relieve de los centauros o la Virgen de la escalera.

Otro de los detalles de estos años fue su incidente con un buen escultor de su edad, Pietro Torrigiano. No se llevaban bien y en una ocasión llegaron a las manos. Torrigiano rompió la nariz de Michelangelo de un puñetazo, una señal que acompañó al genio del Renacimiento de por vida. Cuando Lorenzo de Medici conoció este hecho exilió a Pietro Torrigiano de Florencia.

Los años con Piero de Medici

En 1492 falleció Lorenzo el Magnífico. Su sucesor, Piero de Medici, fue un caprichoso gobernante de Florencia.

La relación de este nuevo miembro de la familia más poderosa de Florencia con Michelangelo tuvo sus altos y sus bajos.

Por ejemplo, consiguió que los frailes del Santo Spirito hospedaran al joven artista renacentista. Gracias a la estancia en este lugar pudo estudiar la anatomía de los cadáveres que venían de los fallecidos del hospital. Estas enseñanzas aparecen en el Crucifijo del Santo Spirito.

Pero también se vio afectado por los caprichos de Piero. El 20 de enero de 1494 hubo una gran nevada en Florencia. El Medici llamó a Michelangelo Buonarroti para que crease con la nieve una estatua de Hércules en el patio del Palazzo Medici.

Las malas decisiones de Piero y su carácter le granjeaban cada vez más enemigos. El mayor de todos era el fraile dominico Girolamo Savonarola. En noviembre de 1494 un gobierno popular echó del poder a Piero de Medici.

En octubre de 1494 Michelangelo ya había huido de Florencia. Ya preveía un levantamiento de la ciudad contra las malas artes de Piero y no quería que lo juzgaran por su cercanía a los Medici

La vida de Miguel Ángel dio un enorme giro, ya que por primera vez en su vida se movió de Florencia.

Se sabe que viajó hasta Venecia, donde permaneció poco tiempo.

Bologna y el Arca de San Domenico

En Bolonia sí que se estableció en los años 1494 y 1495. Allí el noble Giovan Francesco Aldrovandi acogió al jovencísimo y prometedor artista.

En Bologna Michelangelo pudo conocer las obras del Quattrocento fuera de su ciudad natal. Algunos ejemplos artísticos alejados de la tradición florentina lo influyeron profundamente. Los relieves de Jacopo della Quercia en la Porta Magna de San Petronio ofrecieron un nuevo sentido de la escultura que admiró. En otro orden de cosas, las trágicas piedades de la pintura de Ferrara ofrecieron un punto de partida iconográfico para su futura Pietà del Vaticano.

Aldrovandi gozaba del favor de la familia de mandatarios de Bologna, los Bentivoglio. Gracias a esta buena posición en la ciudad capital de la Emilia Romaña, Miguel Ángel pudo recibir el encargo de la prestigiosa Arca di San Domenico. Había que terminar esta obra escultórica iniciada por Nicola Pisano y que la muerte de Niccolò dell’Arca había dejado inacabada.

Para ello remató un San Petronio que había iniciado Niccolò dell’Arca y creó desde cero un San Próculo y un Ángel portacandelabro.

La vuelta a Florencia en 1495

En Florencia se había establecido un gobierno republicano de inspiración en Savonarola que había permitido la vuelta de algunos Medici de ramas menores de la familia. En este contexto de cierta reapertura, el joven Michelangelo regresó a su ciudad natal en diciembre de 1495.

El artista necesitaba un mecenas que le proporcionase trabajo y sustento, por lo que se acercó a Lorenzo di Pierfrancesco de Medici. Para este señor realizó un San Giovannino (un San Juanito) y un Cupido dormido. Ambas obras se encuentran hoy perdidas.

El Cupido dormido imitaba tan bien a las estatuas de la antigüedad clásica que se decidió enterrarlo para que adquiriera una pátina natural y apariencia de escultura romana. Gracias a esta invención, se pudo colocar como un objeto arqueológico auténtico al cardenal Rafael Riario de Roma, un prestigioso coleccionista de antigüedades. El Cupido fue vendido por un precio mucho mayor que el que correspondía a una estatua contemporánea de un autor aún desconocido.

El cardenal, enterado del engaño, invitó a Michelangelo a su corte de Roma. Quería conocer aquel extraordinario escultor que era capaz de copiar y mejorar la estatuaria de la Antigüedad grecolatina.

La primera estancia en Roma en la vida de Miguel Ángel (1496-1501)

La vida de Miguel Ángel volvió a dar un giro cuando aceptó la invitación del cardenal Riario. Y eso que el clérigo era un enemigo declarado de los Medici.

El 25 de junio de 1496 Michelangelo puso sus pies en la ciudad eterna. Ese mismo día el cardenal mostró al artista su colección de antigüedades, retando al joven para hacer algo similar.

Y claro que lo consiguió: en los días siguientes comenzó su trabajo en el Baco, considerada como la primera obra maestra del genio. Una obra mitológica que desafiaba cara a cara al arte de los griegos y romanos.

En esta primera etapa romana Miguel Ángel vivió en la casa de Jacopo Galli, un personaje que hacía de intermediario para el cardenal Riario en cuestiones de arte.

Más encargos en Roma: pintura y Piedad del Vaticano

Jacopo Galli consiguió más encargos a Miguel Ángel dentro de la curia romana. Entre estas obras destacan la Madonna di Manchester, el Entierro de Cristo y quizá un cuadro perdido de Los Estigmas de San Francisco para San Pietro in Montorio.

Pero la obra que le catapultó a la fama entre los romanos y en toda Italia fue la Piedad del Vaticano, realizada entre 1497 y 1499. Con sólo 20 años entró de lleno en la maestría escultórica de su tiempo.

La consagración del artista en Florencia (1501-1504)

En 1501, después de una primera experiencia en Roma, Miguel Ángel decide volver a Florencia.

Antes de su partida Jacopo Galli negoció un contrato para el cardenal Francesco Todeschini Piccolomini, el futuro papa Pio III. Tenía que realizar quince santos de tamaño ligeramente inferior al natural en el altar Piccolomini del Duomo de Siena.

Sin embargo, en 1504 sólo envió cuatro desde Florencia, las figuras de San Pablo, San Pedro, San Pío y San Gregorio. Además, estaban ejecutadas con las manos de sus ayudantes.

Nace un artista para Florencia

La fama de Michelangelo había llegado a Florencia. El escultor de moda en Italia tenía que recibir los mejores encargos de la ciudad.

En este contexto, en 1501 la Ópera del Duomo de Florencia firmó con él la finalización del David, ese bloque maldito y gigante que dormía inacabado desde hacía un siglo. En 1504 lo presentó, convirtiéndose en un icono de la capital del Arno.

Entre tanto, Michelangelo siguió con otros trabajos. Su alto volumen de pedidos hace pensar que tenía unos ayudantes, aunque en sus biografías apenas se mencionen. De este período son los medallones del Tondo Taddei y el Tondo Pitti, pero también la pintura del Tondo Doni, hoy una obra imperdible en la Galleria degli Uffizi. También dejó inacabado el San Mateo, el único de los doce apóstoles que presentó para otro proyecto decorativo e iconográfico del Duomo de Florencia.

Incluso su obra llegó hasta Flandes con la Madonna de Brujas, encargada por un mercader flamenco Alexandre Mouscron.

Michelangelo y Leonardo en Florencia

A principios de siglo XVI Florencia estaba en el esplendor del Renacimiento Pleno. En esos años coincidieron varios artistas de gran calidad. Entre ellos Leonardo y Miguel Ángel.

En 1504 el gobierno de Florencia le encarga para el Salón Grande del Consejo del Palazzo Vecchio un fresco monumental, la Batalla de Cascina. En paralelo, Leonardo da Vinci tenía que hacer la Batalla de Anghiari. Ninguno de los dos maestros consiguió acabar su obra pictórica, de la que sólo quedan dibujos de los cartones realizados por otros pintores.

La Roma de Julio II (1505-1513)

El Papa Julio II Della Rovere ascendió a la Silla de San Pedro en 1503. Desde su elección como pontífice pensó en crear un ambicioso programa de gobierno, en el que la política y el arte tenían igual importancia. Había que devolver a Roma a la gloria y autoridad del pasado imperial.

Es por eso que en torno al Papa estaban los artistas más grandes del momento, como Bramante y Rafael. En marzo de 1505 entró en esta tríada Miguel Ángel. Su primer encargo, tenía que ser la tumba de Julio II, un monumento que tendría que estar en el centro de la basílica de San Pedro.

A pesar de que Michelangelo comenzó con gran fuerza la tumba, nunca llegó a realizarse con la monumentalidad inicial de más de 40 figuras en varios pisos. De hecho, tardaría décadas en realizarse en un espacio diferente.

En 1506 Miguel Ángel se dio cuenta que la tumba no era uno de los planes prioritarios del papa. Referente a lo artístico, Julio II estaba concentrando todos sus esfuerzos en la nueva basílica proyectada por Bramante. Acerca de lo político, el pontífice quería derrotar a las díscolas ciudades de Perugia y Bologna.

Michelangelo se enfadó con el papa por este hecho. La reconciliación llegó con un encargo de Julio II para Bologna. Se trataba de una estatua sedente de Julio II que había que colocar sobre la Porta Magna de Jacopo della Quercia, en la fachada de la basílica de San Petronio.

Para realizar esta empresa, la vida de Miguel Ángel discurrió casi dos años en Bolonia, entre 1507 y 1508, hasta que presentó la estatua, hoy perdida.

La Capilla Sixtina y Miguel Ángel (1508-1512)

La vuelta a Roma continuó con las diferencias entre el artista y el Papa, los dos con una fuerte personalidad.

Julio II encargó en 1508 una nueva obra para decorar la Capilla Sixtina. Había que realizar unas pinturas al fresco en la bóveda de este espacio del Vaticano.

En 1512, en la víspera de Todos los Santos, se inauguró el fresco. A los pocos meses Julio II moría. Con él se cerraba una de las etapas del Pleno Renacimiento en Roma.

Miguel Ángel y los papas Medici (1516-1534)

Después del pontificado de Julio II, subió al solio pontificio el hijo de Lorenzo el Magnífico con el nombre de León X. Los Medici habían vuelto al poder de Florencia en 1511 y ahora también tenían el poder en la Santa Sede.

En un viaje a Florencia en 1516, León X observó que la iglesia familiar, la basílica de San Lorenzo, carecía de una fachada digna. Para completarla abrió un concurso entre muchos grandes artistas que ganó Michelangelo Buonarroti.

Sin embargo, a pesar de que hay maquetas en madera y varios dibujos, el proyecto nunca llegó a realizarse.

Sí que llegó a completar uno de los grandes proyectos escultóricos y arquitectónicos de toda la producción michelangelesca. La Sacristía Nuova de San Lorenzo, una tumba para la familia Medici, se realizó entre 1520 y 1534.

El período convulso de 1527 a 1530

El Sacco di Roma cogió a Miguel Ángel en Florencia. En la ciudad del Arno la noticia provocó que el pueblo retirase al delegado papal, Alessandro de Medici, del gobierno. Se instauró una república que también apoyó Michelangelo.

Ante la posibilidad de que las fuerzas imperiales atacaran Florencia, el artista se puso al servicio de la ciudad. Diseñó cómo reforzar las fortificaciones existentes en la capital toscana.

En algunos momentos de este trienio, viendo que su compromiso con el republicanismo podría causarle un problema frente a las fuerzas de asedio, Miguel Ángel se escondió y huyó varias veces de la ciudad.

Sin embargo, el perdón del papa Clemente VII no tardó en llegar. La Biblioteca Medicea Laurenziana, con su extraordinario vestíbulo, selló una nueva alianza con el pontífice Medici.

La vida de Miguel Ángel con Clemente VII (1534-1545)

En 1534 Miguel Ángel se marchó de Florencia, escapando de la tiranía del gobernador, el Duca Alessandro. El artista no regresaría nunca más a su ciudad de origen.

En Roma el nuevo papa Clemente VII comisionó un nuevo encargo en la Capilla Sixtina: el testero con la escena del Juicio Final, realizado entre 1534 y 1541. Sus figuras inauguran el arte del manierismo y ejercen una enorme influencia en los artistas que las vieron.

En 1538 el papa le pidió a Michelangelo un nuevo ordenamiento urbanístico en la Plaza del Capitolio de Roma.

En 1542 Paolo III ordena la decoración de la Capilla Paolina, con frescos dedicados a San Pablo y San Pedro, concluidos en 1550.

Tras décadas de cambios de proyecto, en estos años terminó la tumba de Julio II. Así, entre 1544 y 1545 colocó las figuras de mármol en una humilde tumba, si la comparamos con la idea original, en la iglesia de San Pietro in Vincoli.

Miguel Ángel y Vittoria Colonna

En otro orden de cosas, en 1537 conoce a la marquesa de Pescara Vittoria Colonna. Esta mujer lo introduce en el círculo de viterbese del Cardenal Pole, una serie de personas que abogaban por una nueva espiritualidad en la Iglesia católica. Recordemos que en 1517 el catolicismo se había roto con la publicación de las Tesis de Martín Lutero: el mundo de la Iglesia romana estaba en una crisis enorme.

Para Vittoria Colonna Michelangelo ejecutó varias obras, como una Crucifixión de la que se conserva un dibujo sobre papel.

También en esta época introdujo a personas importantes para su vida. Miguel Ángel conoció a su querido Tomasso de Cavalieri y artistas como Daniele da Volterra y Tiberio Calcagni.

La vejez de Miguel Ángel (1546-1564)

Si en los años anteriores la escultura y la pintura habían tenido mucho peso en la obra de Miguel Ángel, ahora la arquitectura gana mucho protagonismo.

La basílica de San Pedro del Vaticano es su obra más importante del periodo. En 1546 se convirtió en el arquitecto oficial. Con sus decisiones logró avanzar la construcción que los arquitectos anteriores no habían conseguido definir. Además de ejecutar gran parte de la cúpula, Michelangelo Buonarroti dejó las bases para que los sucesores continuaran su trabajo.

En cuanto a la escultura, en estos años esculpió la Piedad Bandini (que debía decorar su tumba) y la Piedad Rondanini. Son dos obras que muestran su íntima fe en Cristo.

Sobre la Piedad Rondanini, su expresividad y su antinaturalismo la convierte en una obra excepcional.

Las biografías de Michelangelo Buonarroti

Giorgio Vasari publicó en 1550 la primera edición de sus Vite dei piú eccellenti pittori, scultori e architetti. Allí estaba una biografía de Michelangelo, la primera que se escribía de un artista vivo.

Como este libro no gustó a Miguel Ángel, el creador trabajó con un colaborador, Ascanio Condivi, en una biografía publicada en 1553. Gracias a esta nueva biografía, Vasari pudo renovar sus Vite en una nueva edición de 1568.

Las biografías en vida contribuyeron a resaltar el mito y el genio del artista, como una persona casi divina, legendaria.

La muerte de Miguel Ángel

La vida de Miguel Ángel llegó hasta casi los 88 años. El 18 de febrero de 1564 el artista más grande de su tiempo murió en su modesta casa de la Piazza Macel de’ Corvi en Roma, hoy desaparecida con la construcción del monumento a Vittorio Enmanuele II.

En su casa se registraron pocos bienes, entre los cuales destaca la Pietá Rondanini, en la que estaba trabajando unos días atrás. Además, había dos pequeñas esculturas, diez cartones y una buena cantidad de dinero que había acumulado a lo largo de su vida. Parece que habría unos dibujos, que el propio maestro renacentista habría quemado viendo que se acercaba su fin.

Tumba de Miguel Ángel Buonarroti Santa Croce Vasari
Tumba de Miguel Ángel en la Iglesia de Santa Croce.
Fotografía de Giovanni dall’Orto

El entierro de Miguel Ángel

El cuerpo de Miguel Ángel fue trasladado a Florencia. Su ciudad natal lloró su pérdida. Además, Cósimo II no había sido capaz de atraerlo a la ciudad, a pesar de sus muchos intentos.

El 11 de marzo el ataúd llegó a la ciudad del Arno y se llevó a la Iglesia de Santa Croce. Hubo varios actos fúnebres. El 14 de julio la casa ducal Medici patrocinó el homenaje, digno de un príncipe. El intelectual Benedetto Varchi leyó la oración fúnebre.

En Santa Croce se inhumó a Miguel Ángel, en un sepulcro diseñado por su admirador Giorgio Vasari. En este monumento se colocan tres figuras llorosas que representan la pintura, la escultura y la arquitectura.